Reconoce pérdidas invisibles (imagen corporal, proyectos y roles) y aprende a transitar el duelo en la enfermedad sin aislarte, con recursos prácticos.

Cuando una enfermedad entra en escena, no solo se trata de citas médicas y tratamientos. También aparecen pérdidas que no siempre se ven: la energía de antes, cierta autonomía, planes pospuestos, cambios en el cuerpo o en los roles. Son pérdidas ambiguas: duelen, pero cuesta nombrarlas; están, pero a veces no se validan. Este artículo te acompaña a reconocerlas, mapearlas y crear pequeños rituales para despedir y dar la bienvenida a nuevas formas de estar en la vida, sin aislarte.

¿Qué es la pérdida ambigua?

La pérdida ambigua ocurre cuando la despedida no es clara o el cierre no existe. En la enfermedad suele presentarse así:

  • La persona está, pero algo cambió: la imagen corporal tras una cirugía, la memoria en procesos neurodegenerativos, la energía en tratamientos oncológicos o crónicos.
  • Se mueve el piso de los roles: de “quien cuida” a “quien necesita cuidados”, de proveedor/a a paciente, de colega activo/a a alguien con pausas y límites nuevos.
  • Los proyectos se vuelven inciertos: estudios, viajes, metas laborales o familiares pasan a “modo pausa” o cambian de forma.

Como no hay un “antes y después” nítido, es común experimentar confusión, ambivalencia y culpa por sentirse triste “si no ha pasado nada definitivo”. Nombrarlo ayuda: sí, esto también es duelo.

Mapear tus pérdidas (antes, durante, después)

Para recuperar agencia, te propongo un Mapa de Pérdidas y Recursos. Puedes escribirlo en tu diario:

  1. Dominios clave
    • Cuerpo e imagen corporal
    • Autonomía y actividades de la vida diaria
    • Trabajo/estudio y proyectos
    • Relaciones (pareja, familia, amistades, vida sexual)
    • Tiempo y energía (ritmos, ocio)
    • Espiritualidad/sentido (valores, creencias, propósito)
  2. Preguntas guía (por dominio)
    • ¿Qué he perdido o temo perder?
    • ¿Qué permanece? (capacidades, vínculos, valores)
    • ¿Qué puede nacer? (nuevos ritmos, apoyos, aprendizajes)
    • ¿Qué recursos tengo? (personas, servicios, hábitos que ayudan)
    • Paso 1% (una acción muy pequeña y concreta esta semana)

Ejemplo breve (imagen corporal):
Perdí: comodidad con ciertos outfits.
Permanece: mi sentido del humor y creatividad.
Puede nacer: estilo propio adaptado a mi ahora.
Recursos: grupo de apoyo, asesoría de imagen amable, pareja.
Paso 1%: probar una prenda suave y tomar una foto con mirada compasiva.

Repite el mapeo antes, durante y después de cada etapa del tratamiento. El mapa cambia contigo: es una brújula, no un examen.

Rituales sencillos de despedida y bienvenida

Los rituales marcan límites sanos entre etapas y dan simbolismo a lo vivido. No requieren grandes ceremonias; breves + significativos + repetibles es la fórmula.

  • Carta de despedida a “lo que ya no” (mi cabello de antes, mis jornadas de 10 horas) y carta de bienvenida a “lo que nace” (mi ritmo amable, pedir ayuda sin culpa). Guárdalas en una carpeta especial.
  • Caja de transición: incluye objetos que te recuerden fortalezas (una foto, una piedra, una frase). Ábrela antes/after de consultas o sesiones.
  • Ritual del cuerpo cuidado (10–15 min): ducha consciente, crema favorita, respiración 4–6, mano sobre el pecho y frase ancla: “Mi cuerpo cambió, mi valor permanece.”
  • Ceremonia con testigo: una persona de confianza escucha lo que despides y lo que recibes; al final, un abrazo de 20 segundos o manos tomadas en silencio.
  • Playlist de transición para trayectos a tratamiento y regreso.
  • Foto con compasión: si te sirve, documenta cambios mirando con amabilidad (no para comparar “mejor/peor”, sino para honrar tu proceso).

Señales de duelo complicado y vías de derivación

Pide apoyo profesional si notas, por varias semanas o meses:

  • Tristeza, embotamiento o añoranza muy intensos que limitan tu vida cotidiana.
  • Evitación persistente de todo lo relacionado con la enfermedad (controles, lugares, personas).
  • Aislamiento, irritabilidad marcada, culpa o vergüenza que no ceden.
  • Alteraciones severas del sueño o del apetito.
  • Ideas de hacerse daño o de que “nada tiene sentido”.

Vías de apoyo

  • Psicoterapia (psicooncología, duelo, trauma informado).
  • Grupos de apoyo (hospital, asociaciones civiles, comunidades de pacientes).
  • Trabajo social/enfermería del hospital para gestionar recursos.
  • Interconsulta médica/psiquiátrica si hay ansiedad, depresión o insomnio severos.
  • Red personal: acuerda con 1–2 personas “de emergencia emocional” para acompañar llamadas, traslados o noches difíciles.

Guion breve para pedir ayuda (mensaje o voz):
*”Hola, estoy atravesando cambios por mi tratamiento y se me está haciendo cuesta arriba. ¿Podemos hablar 15 minutos hoy o mañana? Me ayudaría no estar sola/o en esto.”*
Si hay riesgo inminente o ideas de autolesión, busca atención de urgencia o líneas de ayuda en tu localidad.

Transitar la enfermedad es aprender a despedir y recibir al mismo tiempo. No eres “lo que perdiste”; eres alguien que, en medio del cambio, elige seguir vinculada/o a lo que da sentido: personas, valores, pequeños actos. El reto no es “volver a ser quien eras”, sino serte fiel mientras te transformas. Empieza por un paso del 1% hoy: nombra una pérdida, reconoce una permanencia y haz un gesto amable contigo. Lo demás se va tejiendo.

👉 Descarga “Mi mapa de pérdidas y recursos”

¿Prefieres acompañamiento profesional?
 Agenda una sesión en línea y construyamos tu mapa contigo.

Categorías: General

0 Comentarios

Deja un comentario

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *